Nadie escoge la familia de la que hace parte. El hijo no escoge al padre. Un hermano no escoge a su hermano. Son todos de la misma familia, pero ninguno pidió estar en ella. Miente quien dice “mi familia es así por que yo soy así”. Miente quien dice que es fácil vivir en familia. Miente quien dice que es posible vivir sin familia. El sabio de la Biblia admite que puede haber amigo mas cercano que un hermano. Aun así, ésta no es la idea. En una familia las personas son diferentes. Un padre cría a sus hijos de forma aparentemente igual, pero son diferentes unos de los otros. Un hermano tiene que relacionarse con cada uno de sus otros hermanos de manera individual. Cada persona tiene sus preferencias. A unos les gustan las matemáticas y otros la música. Cada uno tiene su temperamento. Unos son callados y otros extrovertidos. Esas diferencias deben ser respetadas y valoradas. Éstas convierten a la familia en el lugar ideal para el desarrollo de las personas. El proyecto de Dios para la familia es que aprendan las verdades esenciales de la vida, especialmente el valor máximo de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos. Autor: Israel Belo de Azevedo Licenciado en comunicación, posgrado en historia y teología y doctor en filosofía, tiene varios libros lanzados en las áreas de filosofía, historia, cultura y teología. Periodista desde 1970, es párroco de la Igreja Batista Itacuruçá, en Tijuca, en la ciudad de Rio de Janeiro. Fue profesor y director del Seminario Teológico Bautista del Sur de Brasil y vicerrector de la Universidade Gama Filho. Por invitación de Rede Globo y TV Futura, participa en el programa "Sagrado", en el que pensadores de diferentes religiones comentan diferentes temas propuestos por estas emisoras.